Nº 534 - 9 de diciembre de 2002
Voló la ATT por Joaquin Leguina.
La ATT vino a la Comunidad de Madrid, concretamente a Tres Cantos, apoyada por las instituciones madrileñas y nacionales que dieron el suelo, pagaron las acometidas, etc., etc. La fábrica de circuitos integrados comenzó a funcionar en 1986. Conviene saber que la empresa fue cambiando de denominación con el paso de los años, a medida que la casa matriz, ATT, se fue desgajando en diferentes compañías, a causa de los litigios por monopolio que se le plantearon en los Estados Unidos. Así, de ATT pasó a ser Lucent Technologies y, finalmente, Agere Systems.
Durante sus tres o cuatro primeros años de funcionamiento, la empresa contrató a un buen número de licenciados, ingenieros y, principalmente, doctores con formación relacionada con la Microelectrónica, Ciencia de los Materiales, Ingeniería de Telecomunicaciones, Ingeniería Metalúrgica, etc. La ATT dio prioridad a la contratación de doctores con formación en los procesos microelectrónicos. Era la primera vez que en España el título de Doctor en alguna rama de las Ciencias o de las Ingenierías servía para algo diferente de aquello para lo que había servido hasta ese momento: casi en exclusiva para realizar la carrera académica en la Universidad (y la Universidad tanto entonces como, con mayor motivo ahora, no podia absorber a tales personas). Para estos técnicos e investigadores, la posibi¡¡dad que a,bria la fábrica fue motivo de gran alegria pues, al fin, conseguían convertir en normal algo que en los países de nuestro entorno era ya normal: un estudiante realiza su doctorado en la Universidad, se forma como cientifico-tecnólogo y, acabada su formación, entra en una industri.a que requiere esa formación de sus trabajadores.
Efectuada la contratación, los trabajadores de ATT de los primeros tiempos pasaban un periodo de formación de entre ocho y diez meses en los Estados Unidos, transcurrido el cual se incorporaban a la fábrica como 'Ingenieros de proceso', con unos salarios francamente buenos. Durante los primeros años, el único cliente que tenian los circuitos integrados que, se fabricaban en Tres Cantos era la propia ATT, a través de sus diversas divisiones de telecomunicaciones, proceso de datos, etc. Esto fue en su tiempo motivo de preocupación para la empresa, ya que querían, al precio que fuera, obtener clientes externos a la propia compañia. Con el paso de los años, la empresa fue consiguiendo clientes ajenos a la misma, tanto en Europa como fuera de ella, principalmente en Canadá.
la fábrica alcanzó tal grado de solvencia y de competitividad, en un mercado tan difícil como el de la industria Microelectrónica, que ni los propios americanos daban crédito a las cifras que la fábrica de Tres Cantos ofrecía (productividad por trabajador, costo por circuito, número de circuitos fabricados por trabajador y por semana, etc.). Pasados seis u ocho años de funcionamiento, la fábrica amplió plantilla prácticamente cada año, pasando de los 400-450 iniciales a los casi 1.000 que tenía cuando cerró. Otro dato corrobora la solvencia que la fábrica había alcanzado: en los últimos años de funcionamiento prácticamente nadie iba a los Estados Unidos a formarse. la propia experiencia de los trabajadores más veteranos era suficiente para formar a los nuevos contratados. Hasta tal punto que, durante el periodo 19982000, la fábrica de Tres Cantos fue la más productiva de¡ conglomerado LucentTechriologies y puso en el mercado los productos de mayor valor añadido de todas cuantos están instaladas en España, sea cual sea el sector en el que se piense.
Y llegó el año 2000. la fábrica producía a pleno rendimiento (de hecho, a duras penas alcanzaban a fabricar toda la demanda que tenían). En octubre de ese año se establecieron turnos extras a fin de poder atender la demanda. Al inicio del año 2001, el mercado de las Telecomunicaciones entró en recesión y en febrero de ese año la empresa anunció que iba a cerrar la fábrica. Durante los meses de junio y julio la fábrica se paró definitivamente y todos sus trabajadores, con una formación excepcional, se fueron a la calle.
La empresa (por entonces ya se ¡lamaba Agere Systems) anunció que vendía las instalaciones a BP Solar. Esta empresa dijo en su momento que pensaba fabricar allí células solares para abastecer a todo el mercado europeo y que recolocaría a unos 200 de los 1.000 empleados de Agere. Hasta la fecha, no se ha vuelto saber nada de esto, y es cosa nada sorprendente pues, por poner un símil, es como si una fábrica de aviones de combate (tipo F-18, por ejemplo) se vende y la compra otra empresa para fabricar, en las mismas instalaciones, alas delta. Mientras que construir un circLito integrado requiere entre 25,0 y 300 pasos tecnológicos diferentes (cada uno con sus correspondientes y muy estrictos controles de calidad) una célula solar se hace con ocho o diez pasos, sin necesidad de control en cada uno de ellos.
Y ahora viene el final de esta historia, lo más doloroso, el destino de los trabajadores. La formación científicotecnológica que alcanzaron en la fábrica fue muy alta pero, desgraciadamente, nuestro mercado laboral, al parecer, no necesita de tales alturas. El "sector" de las Telecomunicaciones en España en aspectos de producción de equipos es prácticamente inexistente, de manera que la gran mayoría de aquellos técnicos se ha ido, en el mejor de los casos, fuera de España para poder seguir trabajando en microelectrónica, mientras que los que los que se han quedado aquí y han podido recolocarse (que a día de hoy, no han sido todos, ni mucho menos), lo han hecho en empresas a las cuales su formación les importa bien poco, por decirlo en términos políticamente correctos. Así, hay personas en Valenciana de Cementos, comerciales en HewlettPáckard y un penoso etc. Algunos han intentado volver a la Universidad, pero cuando han visto el panorama, sencillamente, han desistido. Es triste y preocupante ver que gente con esa preparación no tiene cabida en nuestro sistema de I+D, pero es así.
En una de las últimas secuencias de "Blade Runner, el replicante jefe (Rutger Hauer), tras combatir con el policía que le quiere dar caza (Harrison Ford), le dice: "He visto cosas que nunca imaginaríais... y todos esos recuerdos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia". Adaptado a los trabajadores de ATTLucent-Agere sonaría, más o menos, así: "He alcanzado una formación que jamás imaginaríais... y todo es,to no servirá de nada porque a nadie en este país le importa un bledo".
Lo más perverso delcaso es que BP (British Petroleum) se ha encontrado con una fábrica vacía que no puede, no sabe o no quiere rellenar, pero también con un terreno. ¡Suelo! El negocio español por antonomasia, que da más dinero que el tráfico de drogas, el chollo padre con el se alimentan las arcas de los multimilionarios españoles. "¿Y por qué no nosotros?" dirán los británicos. Y de poco valdrán los argumentos recordándoles que aquel terreno es de origen público, que se recalificó para que allí se fabricaran circuitos integrados... Que es dinero de todos, pues en otros casos bien recientes y sin escándalo mediático alguno se ha hecho lo mismo para salvar, no una industria, sino un club de fútbol. Una sal¡da typical spanish, chapucera y especuladora. Eso querrán y, a lo peor, lo consiguen.
Esta larga y triste historia tiene sus moralejas, a saber:
El capital se mueve, pero los currantes se quedan. Y se quedan frustrados y en el paro.
La flexibilidad con que se adaptan las empresas a la coyuntura de la demanda produce unos enormes despilfarros que sólo los economistas dicen entender, pero mienten.
Estos hechos ponen en solfa la conjetura según la cual el desarrollo de un país depende básicamente del nivel de formación de sus gentes. A partir de ahora habría que añadir una restricción: si y sólo si existe capital para usarla.
Donde esté el negocio del suelo, para qué meterse a fabricar piezas de alta tecnología.
Como dice un emigrante ruso, personaje de 'Los lunes al soV: "Lo malo no fue que nos mintieran sobre lo que era el comunismo, lo peor es que nos dijeron la verdad acerca del capitalismo'.
